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EL IMPACTO SOCIAL DEL DOLOR EN ESPAÑA

25 marzo - 26 marzo 2022

El Foro sobre el Impacto Social del Dolor (Societal Impact of Pain - SIP) se ha celebrado en nuestro país. El evento estuvo organizado por la Sociedad Española de Dolor (SED) de la mano de los médicos anestesiólogos María Luz Padilla del Rey de la Unidad de Dolor del Complejo Hospitalario Universitario de Cartagena, y Gustavo Fabregat Cid de la Unidad de Dolor del Hospital General Universitario de Valencia, y contó además con el aval de la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA) y de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

ENTREVISTA

CEFALEAS: MANO A MANO DE NEUROLOGÍA Y AP

  • Dr. Alberto Freire. Responsable de Neurología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG)
  • Dr. Pablo Irimia. Especialista en Neurología. Clínica Universidad de Navarra.

El Dr. Alberto Freire, responsable de Neurología de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y el Dr. Pablo Irimia, neurólogo de la Clínica Universidad de Navarra, analizan el manejo actual de las cefaleas en Atención Primaria. Evalúan aquellas situaciones en las que es necesario remitir al paciente al neurólogo y los tratamientos más recientes que este puede aplicar. En una conversación realizan una completa actualización del manejo de esta patología, tan prevalente en las consultas de medicina general.

ENTREVISTA

LA DIGITALIZACIÓN SANITARIA: UNA OPORTUNIDAD PARA MEJORAR EL PROCESO ASISTENCIAL DE LOS PACIENTES

Dr. Ricardo Llavona Fernández.
Médico rehabilitador. Asturias. Socio fundador de Biocrew Biocrew Life Science

Los dos años de pandemia han catapultado la adopción de estrategias y soluciones digitales también en el sector sanitario. Hablamos con el Dr. Ricardo LLavona de cómo la innovación tecnológica y no tecnológica en el ámbito de las ciencias de la vida proporciona nuevas herramientas digitales de prescripción que inciden en la recuperación funcional del paciente y en el actual entorno asistencial.

 

 

LA REHABILITACIÓN ACCESIBLE Y ASEQUIBLE

El dolor asociado a enfermedades musculoesqueléticas tiene una gran prevalencia a nivel mundial1, con un elevado coste económico que, por ejemplo en EEUU, se ha calculado en cientos de miles de millones de dólares anuales1. Desde el punto de vista social, representa una carga importante en términos de bajas laborales y absentismo2. En el plano individual se asocia con un marcado deterioro de la funcionalidad, el rendimiento laboral y otras actividades de la vida diaria2.

El manejo inicial más ampliamente recomendado es el tratamiento no quirúrgico, que incluye ejercicio y la modificación de determinados hábitos de salud, y que permite obtener resultados similares a la cirugía con menor riesgo a un coste reducido1. En estos pacientes, la fisioterapia se diseña para disminuir el dolor, mejorar la funcionalidad, promover la actividad y el autocontrol y reducir las limitaciones físicas2. También se busca cambiar las creencias y comportamientos asociados con la propia enfermedad musculoesquelética2. La rehabilitación es, por tanto, una intervención integral con varios componentes y en la que intervienen varios especialistas3. Sin embargo, a menudo son algunas características del sistema de salud o los recursos disponibles, los que determinan el programa de rehabilitación3.

Por otra parte, la aplicación efectiva de este abordaje conservador necesita un gran compromiso por parte del paciente1. Además, cuando la rehabilitación se realiza en un centro sanitario, tiene también unos costes elevados, debidos principalmente a la atención personalizada que requiere una vigilancia continua1. Si a estos aspectos unimos la carga creciente que supone el dolor musculoesquelético crónico, está claro que se necesita otro modelo escalable y efectivo que permita administrar ampliamente el tratamiento conservador1.

Afortunadamente vivimos en la era de la comunicación digital, que se extiende incluso al ámbito de la salud. En este contexto, la administración vía electrónica del tratamiento conservador puede mejorar sus resultados, aumentando la participación del paciente, ya que le facilita representar un papel proactivo en su tratamiento y el aprendizaje de una mejor comprensión y manejo de su dolor crónico1.

LA TELERREHABILITACIÓN AL RESCATE

La industria de la salud siempre ha buscado incorporar las últimas tecnologías disponibles al cuidado de los pacientes4. Además, históricamente las guerras y las pandemias han supuesto un avance en estas tecnologías, como una consecuencia positiva del sufrimiento humano4. En la actualidad, estamos asistiendo a cómo la historia se repite con la pandemia de Covid-194, en la que los aislamientos impuestos a los pacientes y sus contactos ha impulsado el desarrollo de la telemedicina4, y con ella de la telerrehabilitación como una rama de esa disciplina3.

Entendemos por telerrehabilitación un sistema que permita la monitorización remota de un programa de rehabilitación, mediante el uso de las tecnologías de telecomunicación3. El objetivo es aumentar la accesibilidad y mejorar la continuidad de la atención sanitaria a las poblaciones vulnerables y geográficamente remotas3. Con este enfoque, la telerrehabilitación tiene el potencial de ahorrar tiempo y recursos en los sistemas de salud3.

Además de las ventajas para los sistemas de salud, la telerrehabilitación puede aumentar el compromiso de los pacientes con la terapia4. Se trata de un procedimiento asequible en términos de costes, a la vez que evita las molestias de los desplazamientos al centro sanitario. Los pacientes pueden recibir las indicaciones de tratamiento en su propia casa, teniendo acceso a tiempo completo a los vídeos y otro material interactivo4.

También es un sistema ubicuo y accesible, que permite su uso a sectores y poblaciones marginadas o aisladas. Esto la convierte en una herramienta especialmente útil en países de ingresos medianos o bajos4.

Otra característica clave es su interactividad. A diferencia de las sesiones presenciales convencionales, la telerrehabilitación permite aumentar el tiempo de atención, ya que las tecnologías favorecen una comunicación bidireccional bajo demanda entre terapeutas y pacientes. Incluso la incorporación de la inteligencia artificial permite la recopilación de información durante la realización de los ejercicios. Esta información es de gran valor tanto para terapeutas como para pacientes4.

Los beneficios de la telerrehabilitación podrían incluso extenderse al entorno del paciente. Por ejemplo, en un estudio realizado en 23 ancianos con fractura de cadera que siguieron un programa de telerrehabilitación (@activehip), que incluía la colaboración de los cuidadores familiares, se analizó mediante entrevistas el grado de satisfacción de los cuidadores con el programa. Las encuestas revelaron que los familiares estaban muy satisfechos con el sistema, que consideraban manejable y con grandes beneficios para los ancianos. Incluso aportaron sugerencias para mejorarlo5.

Sin embargo, la telerrehabilitación presenta también retos. Quizás el principal sea la falta de contacto físico, que no permite la evaluación directa del paciente para, por ejemplo, detectar banderas rojas o la realización de pruebas concretas para confirmar la causa de las limitaciones de movimiento4. Además, carece de ciertos factores presentes en la rehabilitación convencional: el efecto curativo del tacto del terapeuta, el contacto con otros pacientes, el entorno de la rehabilitación, etc.

Estos retos hacen que sea importante, en la medida de lo posible, el uso de un modelo híbrido con al menos una sesión presencial al inicio para la evaluación y el diagnóstico. Para resolver los problemas de contexto, es necesario generar plataformas terapéuticas que integren funciones de comunicación bidireccional con el terapeuta y con otros pacientes4.

En este punto, actualmente existen experiencias muy variadas, desde el uso exitoso de plataformas generalistas como tablets y programas multipropósito como Skype6,7, hasta plataformas de diseño y desarrollo dedicado que incluyen gran cantidad de módulos y que integran varias tecnologías basadas en la Inteligencia Artificial para la recogida de datos concretos8,9.

¿FUNCIONA LA TELERREHABILITACIÓN?

Se han realizado muchos estudios para comprobar la eficacia de la telerrehabilitación en diversos ámbitos. En una revisión que recoge las conclusiones de 15 estudios de telerrehabilitación cardiorrespiratoria, 14 de telerrehabilitación musculoesquelética y 13 en neurorrehabilitación, los datos recogidos son muy interesantes: la telerrehabilitación es comparable a las terapias presenciales y, por supuesto, mejor que la ausencia de rehabilitación. Los resultados son similares en condiciones musculoesqueléticas como la artrosis, dolor lumbar y reemplazo de rodilla. Las mismas conclusiones aparecen en el caso de la esclerosis múltiple y la rehabilitación cardiopulmonar2,3.

Uno de los factores clave para este éxito es el compromiso que despierta en los pacientes1,2 como se demostró en un trabajo realizado con 10.000 enfermos de dolor lumbar que participaron en un programa de telerrehabilitación digital de 12 semanas. El programa consistió en ejercicios guiados por sensores junto a un sistema remoto de educación en salud. Los participantes consiguieron una reducción del 68,45% en la escala analógica visual del dolor. El 73,04% terminó el programa, y un 78,60% refirió un cambio mínimamente importante en su dolor de espalda1. Los participantes demostraron una alto grado de compleción y compromiso con el programa, y se identificó una alta correlación entre el compromiso con el programa y la reducción del dolor alcanzada1.

En otro trabajo realizado con 177 pacientes de dolor lumbar, que se aleatorizaron para recibir un programa de telerrehabilitación o, simplemente tres artículos digitales educativos sobre dolor de espalda, las conclusiones fueron aún más contundentes: el 90% de los pacientes de la rama de telerrehabilitación mostraron un alto compromiso con el programa. Por otra parte, en este grupo, el interés por recibir un tratamiento quirúrgico descendió significativamente.

Además, la telerrehabilitación parece ser apropiada para todas las edades, incluso en pacientes mayores, considerados analfabetos digitales. En un trabajo con un título tan sugerente como “Bueno, si los niños pueden hacerlo, yo también puedo”7 se entrevistó a 13 ancianos sometidos a un programa de telerrehabilitación que usaba tecnologías cotidianas como iPads y Skype. También se entrevistó a 3 esposas y a un cuidador. Los participantes encontraron el programa motivante y se manejaron bien con la tecnología, estableciendo una buena relación con el terapeuta7.

Ya hemos visto que la visión del paciente es muy positiva, pero, ¿cuál es la opinión de los rehabilitadores? Para ellos, la personalización del tratamiento es crucial, y es algo que ofrecen los programas de telerrehabilitación. Los tratamientos personalizados ofrecen un cuidado de mayor calidad, mayor adherencia al plan de tratamiento y mayor sensación de sentirse escuchado y cuidado. Sin embargo, algunos rehabilitadores creen que la mejor personalización se obtiene en un entorno presencial, donde pueden mostrar su estilo único de atención al paciente. Hay que subirse al tren. No hay que olvidar que la telerrehabilitación no significa sustituir la atención presencial, más bien significa una forma de mejorar el proceso de administración de los cuidados4.

EL FUTURO QUE YA HA LLEGADO

El aumento creciente de las patologías musculoesqueléticas, cuya terapia de primera línea es el tratamiento conservador, crea una demanda creciente de servicios de rehabilitación integral. Para cubrirla no serán suficientes los sistemas presenciales actuales, costosos en términos económicos y de accesibilidad para los pacientes. Se impone, por tanto, el desarrollo de nuevas formas de proporcionar el tratamiento conservador, basadas en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.

La telerrehabilitación es accesible, asequible e interactiva, y permite un tratamiento personalizado con comunicación bidireccional entre el terapeuta y el paciente. Además, pueden usarse técnicas de Inteligencia Artificial que retroalimentan y mejoran el sistema.

Su eficacia es similar, si no superior, a la rehabilitación presencial, a la vez que aumenta el compromiso del paciente, clave para el éxito del tratamiento. Incluso satisface a personas con poca preparación digital y a sus cuidadores.

Aunque algunas personas puedan aún recelar de ella, la telerrehabilitación permite algo tan crucial como la personalización del tratamiento, lo que le favorece imprimir su estilo a la terapia.

¿QUÉ ESTÁN COMIENDO MIS PACIENTES CON DOLOR?

La calidad de la nutrición tiene una relación directa, evidente, con el dolor: el exceso de peso “carga” el organismo y, por pura mecánica, puede provocar dolor en las articulaciones, pero también hay una relación entre los alimentos y el dolor más allá del peso corporal. En esa relación intervienen los sistemas nervioso e inmunológico, además del metabólico. Podemos aprovechar esos vínculos para recomendar formas de comer que permitan vivir mejor a los pacientes con dolor.

Según la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP), la mala alimentación es “la primera causa de enfermedad en el mundo y el primer factor de riesgo modificable de enfermedad”.1

En el manejo del dolor crónico, la IASP recuerda que lo que se come puede influir en las funciones de los sistemas nervioso, inmunológico y endocrino “con consecuencias directas en la experiencia del dolor”. 2,3

Mantener un peso saludable reduce la carga sobre las articulaciones, pero también la inflamación. El peso corporal tiene consecuencias directas en el riesgo o la severidad de diversas enfermedades crónicas (cardiovasculares, metabólicas y relacionadas con la salud mental) que muchas veces cursan con dolor crónico.

Alimentos contra el dolor y el malestar

La mala nutrición se asocia con un dolor más intenso en personas que padecen dolor crónico y, por el contrario, la intervención médica orientada a mejorar el estado nutricional consigue atenuar el dolor.4 Esto se debe a que el estado nutricional de una persona tiene mucho que ver con su movilidad, fuerza, su capacidad para llevar una vida independiente. Las dificultades en la movilidad y el dolor pueden generar una sensación de aislamiento y empujar a conductas alimentarias dañinas (ingesta por nerviosismo, entre otras). Las consecuencias del dolor en la calidad del sueño tienen a su vez efectos dañinos en cuanto a la gravedad de las enfermedades crónicas. 5

Una primera recomendación sería aconsejar a los pacientes consumir verduras, por sus efectos antioxidantes y anti-inflamatorios. Para pacientes con dificultades en las tareas diarias, puede sugerirse el empleo de verduras congeladas que sean de fácil preparación en guisos.6,7 También la fruta puede ser congelada.

Otra recomendación es consumir grasas de calidad, como omega-3 y aceite de oliva (en pescados como salmón y sardinas), al menos dos o tres veces por semana.8 Los alimentos serán el modo preferente de obtener estos nutrientes, ya que los suplementos pueden contener otros elementos y su consumo debe ser vigilado por el equipo médico, advierte la IASP.

Lo mismo puede decirse de las vitaminas y minerales, que habrá que incorporar a la dieta de forma equilibrada para promover un estado físico óptimo. Aumentar el consumo de fibra es una recomendación también basada en lo que sabemos sobre la importancia del microbioma y el control del peso y su relación con el dolor.9

Dietas vegetarianas y mediterránea contra la inflamación

Aunque el estudio de la nutrición como estrategia para el control de dolor es un campo aún por explorar, paulatinamente se van acumulando evidencias de que la forma de comer puede reducir la inflamación sistémica y, con ello, el riesgo y la severidad del dolor que conllevan diversas enfermedades, en línea con las recomendaciones de la IASP.

Hay revisiones sistemáticas de la literatura científica que ofrecen nuevas herramientas contra el dolor desde la nutrición, empezando por fomentar una alimentación en la que abunden la fruta, la verdura, las grasas monosaturadas de cadena larga, los antioxidantes y la fibra.10

Se han publicado estudios en los que se ha observado que el dolor tiende a remitir en pacientes con dietas antiinflamatorias si se les compara con sujetos con patrones de alimentación normales. La diferencia se nota en la clínica.

Entre esas dietas se han analizado la vegetariana, la vegana y la mediterránea y sus beneficios en artritis reumatoide. No obstante, los estudios al respecto no han sido ciegos, de modo que se contempla la posibilidad de que en los resultados, recogidos en la percepción de los propios pacientes, haya cierta desviación. 11

Cuando estamos ante un paciente obeso, solamente esta intervención ya ofrece beneficios que se pueden aprovechar en un plan de tratamiento al margen de la farmacología.12

No hay enemigo pequeño

Durante la reciente jornada mundial dedicada a la obesidad (4 de marzo) se ha hecho mucho hincapié en las complicaciones derivadas de esta enfermedad, pero el dolor no ha sido uno de los temas clave, a pesar de su enorme importancia en las consultas de Atención Primaria y el sistema sanitario en general.

En la búsqueda de la mejor nutrición para los pacientes con dolor, hay que recordar que los alimentos ultraprocesados son baratos, atractivos y accesibles y que, de hecho, ocupan más espacio que los frescos en los supermercados. Un paquete de galletas puede llegar a costar cinco veces menos que una bandeja de fresas. La labor de informar sobre los beneficios de una alimentación sana debe ser capaz de contrarrestar el atractivo de “comer mal”.

Javier Sánchez Perona, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), analiza la cuestión en su libro ‘Los alimentos ultraprocesados’.

“En la época en la que vivimos, con un alto grado de estrés, estos alimentos ofrecen una alternativa sencilla, que no requiere previsión, se puede conservar durante mucho tiempo en casa y no precisa habilidades culinarias”, ha dicho el investigador. Por ese mismo motivo las recomendaciones sobre nutrición deben prestar atención a las estrategias para que cocinar alimentos saludables sean también prácticas y sencillas.

Hay una cascada de llamativos colores y mensajes que llenan los envases de los alimentos de peor calidad. El autor aporta un dato sorprendente: “se ha estimado que el 50% del presupuesto de muchos de estos alimentos se destina al envasado, el 40% al ‘marketing’ y solo el 10% a los ingredientes”.

Este tipo de información ayudará a nuestros pacientes a tomar mejores decisiones en cuanto a qué comen y cómo les hará sentirse, sobre todo si viven con dolor.

DOLOR PÉLVICO CRÓNICO:
incomprensible e incomprendido

Recientemente, en la 11ª revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (IDC-11), la Organización Mundial de la Salud ha aceptado el dolor crónico como una enfermedad independiente por derecho propio. Cuando tiene una causa conocida se clasifica como dolor secundario crónico, mientras que si no está asociado a una causa subyacente se conoce como dolor crónico primario o idiopático1.

El dolor crónico primario reúne a un conjunto de síndromes altamente prevalentes que se caracterizan por disminuir significativamente la calidad de vida de quienes los padecen1. Uno de estos síndromes especialmente complejo es el dolor pélvico crónico (DPC), término que describe el dolor persistente, continuo o recurrente que afecta a estructuras relacionadas con la pelvis masculina o femenina durante 3 meses o más1,2.

Un problema de proporciones nada desdeñables

Se trata de una entidad compleja, cuyos síntomas se superponen con los de otras enfermedades. Además, no existe unanimidad en cuanto a los criterios diagnósticos y a la clasificación de los diversos subtipos. Todo esto hace que sea muy difícil establecer una dimensión clara del problema, pero algunos autores sugieren que podría afectar a un 2,7% de los hombres y a un 5,7% de las mujeres2. Debido a su mayor incidencia en mujeres, existe más literatura acerca del DPC en este sexo. Por ejemplo, se considera que un 14,7% de las mujeres estadounidenses de entre 18 y 50 años padecen DPC, y en más de la mitad, el origen es desconocido2. De hecho, el DPC es responsable de un 10-20% de las visitas ginecológicas3, del 20% de las histerectomías y del 40% de las laparoscopias ginecológicas4.

El manejo del DPC supone una importante carga económica para los sistemas de salud de todo el mundo1,5. Algunos cálculos apuntan que los costes médicos directos e indirectos del DPC en mujeres en EE.UU. podrían rondar los 4.900 millones de dólares anuales, esto sin contar la pérdida de productividad laboral4. Otros autores han calculado que los costes totales (directos e indirectos) podrían cifrarse en 1.9615€ anuales por mujer en EE.UU. o Australia, o en 1.815€ en Japón5.

Una patogenia multimodal

Se cree que los mecanismos que causan la cronificación del dolor en otras patologías explican también la patogenia del DPC. Es decir, muchos mecanismos subyacentes del dolor crónico están mediados centralmente, con sensibilización central y modulación de la vía neural, que mantiene el dolor en ausencia de un estímulo nociceptivo1. La sensibilización central es responsable de una disminución en el umbral de respuesta y un aumento de la intensidad y duración del dolor. También intervienen mecanismos de hiperestesia (aumento de la señalización al SNC, lo que amplifica la sensación a partir de un estímulo periférico), alodinia (estímulos no dolorosos que son percibidos como dolorosos) y de hiperalgesia (estímulos dolorosos que se perciben con mayor intensidad). Además, hay que tener en cuenta que nos encontramos ante un dolor visceral y que la coincidencia de terminales nerviosas tanto viscerales como somáticas en las mismas neuronas de proyección, puede provocar que el dolor se perciba como originado en un sitio diferente del sitio real, lo que llamamos el dolor referido1. El DPC se caracteriza por tanto por la sensibilización central, hiperestesia, alodinia e hiperalgesia y por la dificultad de identificar el origen claro del dolor ya que, con frecuencia se trata de un dolor referido.

Otros mecanismos de sensibilización pueden causar anomalías funcionales en órganos de la pelvis, también cambios tróficos en los tejidos. La sensibilización central además puede causar hiperalgesia muscular, con sensibilidad muscular y la presencia de puntos gatillo1.

En línea con la complejidad de este síndrome, el establecer los factores de riesgo también es difícil. Al igual que con el resto de síndromes de dolor crónico, algunos factores genéticos pueden determinar la propensión a padecer DPC1. Sin embargo, algunos estudios realizados con gemelos muestran que el impacto de la genética es bajo, siendo más importantes otros factores como el entorno, el desarrollo del individuo y los factores sociales1.

El estrés podría jugar un papel clave en el desarrollo de DPC, ya que podría alterar el desarrollo del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal y causar desregulación hormonal. Es conocido el papel del sistema endocrino en la función visceral, y su alteración sería clave en el desarrollo del dolor. La regulación al alza de la hormona liberadora de corticotropina también se ha relacionado con varios estados de dolor y puede ejercer su efecto actuando sobre los mastocitos. Otro mecanismo por el que podría actuar el estrés sería desregulando las vías serotoninérgicas. Hoy en día hay evidencias que sugieren que las hormonas sexuales pueden modular la nocicepción y el dolor1.

Por otra parte, otros factores psicológicos influyen en el mantenimiento del dolor pélvico. Las creencias sobre el dolor influyen en la forma en que lo experimentamos. Además, la ansiedad relacionada con los síntomas puede amplificar el dolor1.

Si no es otra cosa, puede ser DCP primario

El DCP primario, es decir, el dolor presente cuando no se ha confirmado una infección, o no existe una patología local que sea la causa evidente del dolor, es aquel dolor pélvico cuyo síntoma principal, o único, es el dolor1. El diagnóstico, por tanto, es de exclusión. El DCP suele catalogarse como síndrome (SDCP), ya que se incluye no sólo el dolor, sino sus consecuencias emocionales, cognitivas, conductuales, sexuales y funcionales. Esto implica que su manejo debe ser holístico1.

Existe una tendencia a nombrar este síndrome relacionándolo con el órgano en el que se refiere el dolor (por ejemplo, síndrome de dolor de vejiga primario). Un diagnóstico o nombre atribuido a un conjunto de síntomas puede dar a los pacientes una sensación de ser comprendidos, a aceptar el problema como crónico y a resolver los temores infundados sobre sus implicaciones y mejorar el compromiso con el tratamiento y la adherencia1.

La evaluación debe incluir una historia clínica completa. Algunos pacientes pueden relacionar el dolor con algún evento como una cirugía, o algún trauma, otros sin embargo no. El dolor es descrito como ardiente, aunque otros lo califican como opresivo o la sensación de la presencia de un cuerpo extraño1. También es importante evaluar la función de los órganos pélvicos y en las mujeres conviene indagar sobre la relación temporal entre el dolor y la menstruación1. Cuando la disfunción afecta a más de un órgano pélvico, se podría sospechar la presencia de disfunción en la musculatura del suelo pélvico1.

En cuanto a la evaluación del dolor, puede usarse la escala verbal de 5 puntos (ninguno, leve, moderado, grave y muy grave) o la más conocida escala EVA (Escala Visual Analógica). También hay que establecer el grado de disfunción sexual. En hombres se puede usar el Índice Internacional de Función Eréctil y la Herramienta de Diagnóstico de Eyaculación Precoz, y en mujeres el Índice de Función Sexual Femenina (FSFI), desarrollado para evaluar las dimensiones clave de la función sexual en las mujeres, incluidos el deseo, la excitación subjetiva, la lubricación, el orgasmo, la satisfacción y el dolor1. Otro aspecto a evaluar es la depresión o el ánimo depresivo. Suele ser frecuente en el contexto del dolor crónico, generalmente debido a pérdidas que causa el dolor (trabajo, ocio, relaciones sociales…)1.

La exploración física incluye el examen abdominal y pélvico y los genitales externos, para descartar patologías pélvicas evidentes, puntos sensibles y presencia de alodinia cutánea1. En hombres, el reflejo bulbocavernoso informa del estado de los nervios pudendos, y en mujeres, un examen interno evidencia la presencia de anormalidades cervicales o prolapsos1. Para determinar la función de la musculatura del suelo pélvico puede ser necesario un tacto vaginal o rectal1. También puede ser necesario comprobar la presencia de fisuras anales, el tono de los esfínteres o el estado de la próstata1.

Clasificación

El fenotipado es de gran ayuda para establecer un tratamiento holístico y se realiza mediante el sistema UPOINTS (Urológico, Psicosocial, específico del Órgano, Infección, Neurológico, sensibilidad muscular (Tenderness) y Sexológico).

El SDPC puede clasificarse en dos tipos básicos. Los Síndromes de Dolor Urológicos incluirían el Síndrome de Dolor Prostático Primario, el de Dolor Vesical Primario, el de Dolor Escrotal Primario y el de Dolor Uretral Primario. Entre los No Urológicos estarían el Síndrome de Dolor Vulvar Primario, el Anorectal Primario y el de Dolor Crónico Post-quirúrgico1.

El manejo Bio-Psico-Social

A pesar de que se han propuesto innumerables tratamientos, las opciones terapéuticas unimodales no suelen dar resultado. El manejo multimodal es mucho más prometedor y proporciona un alivio de los síntomas que resulta aceptable para la mayoría de los pacientes1. Aunque a veces se logra suprimir los síntomas, estos tienden a recurrir con frecuencia, causando frustración en pacientes y profesionales4. En cualquier caso, cuando no hay una evidencia clara en favor de un tratamiento concreto, lo adecuado es aplicar las normas generales de tratamiento del dolor crónico1.

El enfoque multimodal comienza con la terapia física, y es frecuente que los pacientes con SDPC presenten disfunción muscular del suelo pélvico, que se ve muy aliviada con ejercicios de reeducación1,6. En cualquier caso, el ejercicio físico es siempre recomendable, por sus beneficios en la salud y la calidad de vida1.

El tratamiento psicológico también aporta mejoras en aquellos pacientes con depresión y ansiedad1. Los programas de educación en neurociencias para el dolor han demostrado ser extremadamente importantes para que los pacientes comprendan la variedad de factores asociados y para concienciarlos en una participación más activa en el tratamiento4. Estas técnicas se dirigen a alterar los pensamientos y comportamientos relacionados con el dolor4.

En cuanto al tratamiento farmacológico, suele utilizarse lo que ha dado resultado en el dolor crónico. Empezaríamos con la analgesia simple, el paracetamol y los AINE, aunque estos carecen de evidencia y tienen bastantes efectos adversos1. Otra alternativa serían los neuromoduladores, como los antidepresivos tricíclicos, la duloxetina, algunos anticonvulsivantes como la carbamazepina o la pregabalina y la gabapentina1,7.

La complejidad de este síndrome hace que la investigación en tratamientos sea variada. Por ejemplo, se ha probado que la acupuntura en mujeres, en combinación con la rehabilitación del suelo pélvico, consigue mejorar significativamente los resultados de la rehabilitación como monoterapia, y mejora la calidad de vida8. También se ha utilizado la fitoterapia con serenoa repens, o con resina de Boswellia y polifenoles de propóleo, ambos trabajos en hombres con prostatitis crónica9,10. Otros estudios incluyen el uso de toxina botulínica2,11, o el tratamiento con onda corta12,13.

Conclusión

El Síndrome de Dolor Pélvico Crónico es una patología compleja que envuelve múltiples estructuras de la pelvis de mujeres y hombres. La cantidad de órganos y estructuras localizadas en esa región del cuerpo compromete su funcionamiento y aumenta su complejidad, causando mucha ansiedad y pérdida de calidad de vida a quien lo padece. A menudo el dolor que siente el paciente es referido, por lo que el diagnóstico y manejo son complicados.

El SDPC presenta además dimensiones psicológicas, lo que lo convierte en una patología multimodal. El tratamiento debe ser también multimodal, y a menudo coincide con el que se usa para cualquier otro dolor crónico.

A pesar de que el tratamiento pueda tener éxito, las recurrencias son frecuentes, por lo que el SDPC continua siendo una fuente de ansiedad para el paciente y un gran reto para el médico.

Más allá del dolor - ENFERMEDADES RARAS

LOS RIESGOS DE VIVIR CON INSENSIBILIDAD CONGÉNITA AL DOLOR

La nocicepción, el sexto sentido

La percepción del dolor se llama nocicepción y descansa en neuronas especializadas llamadas nociceptores. Éstas detectan daños reales o potenciales en los tejidos, cualquiera que sea su origen (excepto la radiación ionizante)1. Como hemos comentado, el daño tisular también puede ser potencial, es decir un estímulo de corta duración o intensidad, que no causa daño celular y que, sólo si se prolongara el tiempo suficiente podría causar un daño real1. Por su habilidad de comunicar a nuestro cuerpo con el exterior, la capacidad de percibir el dolor es un sentido, aunque tradicionalmente no se considere como tal1.

El falso superpoder de la insensibilidad

Existe un variado grupo de desórdenes genéticos que causan ceguera o sordera, y su identificación y estudio han aportado muchos datos sobre la forma en la que percibimos la luz y los sonidos. De la misma manera que ocurre con los sentidos de la vista y el oído, también hay un reducido grupo de alteraciones genéticas que producen en quienes las padecen la incapacidad de sentir dolor, se trata de la Insensibilidad Congénita al Dolor (ICD). Está causada por mutaciones en varios genes diferentes como SCN9A, NTRK1 PRDM12, CLTCL1, NGF o SCN11A. Es una enfermedad hereditaria, con herencia autosómica recesiva, excepto en el caso de la mutación SCNA11, que es dominante2. Se conocen al menos una docena de variantes de ICD, y su estudio también está aportando a los científicos una gran información sobre cómo sentimos el dolor los seres humanos1.

Gracias al dolor aprendemos a usar nuestros cuerpos de manera óptima. También aprendemos a evitar lesiones, y la incapacidad de sentir dolor, lejos de ser una panacea, es un problema de salud serio con una morbilidad y mortalidad significativas1,3. Los problemas suelen empezar muy temprano en las primeras etapas de la vida. Por ejemplo, coincidiendo con la dentición pueden aparecer automutilaciones en los labios, la lengua y los dedos de las manos y de los pies. Posteriormente, durante la infancia, y sobre todo en los varones, pueden surgir lesiones y fracturas, incluso mortales, ya que la ausencia de dolor les impide identificar las actividades peligrosas para su cuerpo. Por el contrario, las mujeres adultas afectadas suelen ser más cuidadosas y se comportan con más cautela1. En cualquier caso, las lesiones serias son frecuentes, afectando a cualquier parte del cuerpo: abrasiones corneales, fracturas de hueso largos…1

Una condición heterogénea y extremadamente rara

La ICD fue descrita por primera vez por Van Ness Dearborn en 1932, que la llamó “analgesia congénita pura”3. En realidad, se trata de un grupo heterogéneo de patologías, la mayoría identificadas en la segunda mitad del siglo XX4. Inicialmente se identificaron 5 neuropatías denominadas “Neuropatía Autonómica Sensorial Hereditaria” (HSAN I, II, III, IV y V) en las que aparecían alteraciones sensitivas que impedían sentir dolor4.

Solía catalogarse como una enfermedad infantil, y su expectativa de vida no superaba los 25 años. En la actualidad, el paciente puede llegar a la edad adulta si se somete a un cuidadoso control médico que incluye la atención de los especialistas de las áreas más comúnmente afectadas: odontólogo, dermatólogo, oftalmólogo, endocrinólogos, traumatólogos, psicólogos…3

Hoy en día se conocen alrededor de doce fenotipos de ICD, cada uno de ellos con unas características distintas, y su estudio ha contribuido a comprender mejor los mecanismos del dolor1. La ICD está catalogada como una neuropatía autosómica recesiva, es decir, debe haber una afectación de ambos alelos para que se manifieste3. Todos los fenotipos se pueden agrupar en dos categorías. En la primera hay un fallo en el crecimiento de los nociceptores que, o bien no aparecen o bien sufren una muerte celular temprana. Los afectados se caracterizan por un desarrollo cognitivo reducido, y por una alta sensibilidad a Staphylococus aureus, que se manifiesta como infecciones dérmicas, osteomielitis y artritis séptica1.

En la segunda, el desarrollo de los nociceptores es correcto, pero carecen de la capacidad de detectar los daños en los tejidos1. Los afectados presentan una cognición y una sensibilidad a Staphylococus aureus normales. Por ello se trata de una condición de difícil diagnóstico, y no fue hasta la identificación del gen implicado (SCN9A) que no pudo diagnosticarse correctamente. A muchos adultos no se les creía cuando expresaban que no sentían dolor1.

Además del gen SCN9A se han identificado otros genes implicados en los diversos fenotipos de ICD conocidos. Por ejemplo, en el primer grupo, el que presenta déficits en el desarrollo de nociceptores, el fenotipo más frecuente es el llamado HSAN4, que se debe a una mutación en el gen que codifica la proteína TRKA (receptor de la tropomiosina kinasa)1.

Una característica de todas estas mutaciones es que afectan a los miembros de unas pocas familias en todo el mundo1. En 2020 se estimaba que la prevalencia de la ICD era de 1 afectado por cada 1.000.000 de personas3

El manejo se basa en la prevención

La extrema rareza de estos trastornos hace muy difícil su diagnóstico, para el que no hay criterios oficiales2. La historia clínica puede ayudar a detectar signos de insensibilidad en la etapa post-natal, sobre todo al comienzo de la dentición (mordeduras en labios, lengua o dedos), también la ausencia de dolor al recibir las vacunas, etc. En los adultos es importante la revisión del historial de lesiones, especialmente traumáticas. También puede haber una historia de ausencia de dolor frente a las quemaduras2.

En el examen físico pueden observarse signos de insensibilidad, con acumulación de moretones, fracturas y otros problemas que el paciente no refiere por falta de conciencia del dolor2. La biopsia de piel puede mostrar defectos en las terminaciones nerviosas de la epidermis2.

En cuanto a las pruebas genéticas, en función del síntoma diferencial, el médico puede priorizar el gen a analizar. Por ejemplo, el SCNA11 si un recién nacido presenta hipomotilidad intestinal severa, o SCN9A en adultos con inteligencia normal pero con anosmia2.

El tratamiento es básicamente de soporte2. Las revisiones periódicas por parte de especialistas en pediatría, ortopedia, odontología, oftalmología y dermatología permiten prevenir lesiones graves e iniciar un tratamiento precoz2. Éste puede incluir exámenes dentales regulares para prevenir la caries, la enfermedad periodontal y la osteomielitis de mandíbula2. También es recomendable el uso de cremas hidratantes para reducir el agrietamiento de la piel y el riesgo de infecciones secundarias2. Por supuesto, es importante el cuidado ocular, para evitar el ojo seco o infecciones de la córnea2. También es clave la educación de los familiares en normas de autocuidado, para concienciar a los enfermos en la prevención de lesiones y complicaciones4.

El sudor también es importante

La forma más frecuente de ICD es la HSAN 4, que es una rara enfermedad con manifestaciones cognitivas y sistémicas que afectan negativamente a los pacientes y sus familias4. Uno de los síntomas característicos de la HSAN 4 es la anhidrosis, es decir la incapacidad de regular la temperatura corporal a través del sudor. Junto con la percepción del dolor, son dos funciones fundamentales para la supervivencia4.

En los individuos normales, cuando la temperatura supera los 37ºC, el sistema nervioso simpático activa la termorregulación, estimulando la pérdida de calor a través de la sudoración, proceso llamado termólisis4. Sin embargo, en los individuos afectados por HSAN 4, el sudor está ausente o aparece en menor cantidad. Esto se debe a la inexistencia de glándulas sudoríparas o a que éstas funcionan deficitariamente. La principal consecuencia es la aparición de fiebres altas y convulsiones febriles, que pueden causar daños funcionales. Se estima que el 20% de los afectados por HSAN 4 muere antes de los 3 años debido a estos daños funcionales4.

Otra característica frecuente es el déficit cognitivo acompañado de retraso en el desarrollo psicomotor, problemas de aprendizaje y déficit de atención con hiperactividad4,5. No hay que olvidar que el complejo NGF-TRKA es vital para la intercomunicación entre el cerebro y el resto del organismo y que también está implicado en los sentimientos y las emociones5.

El desarrollo de analgésicos y la ICD

Además de las mutaciones descritas, también hay otros genes identificados, como el NGF (factor de crecimiento nervioso) o el PRDM121. El interés de estos descubrimientos, más allá de aliviar a los individuos afectados, es la comprensión de los mecanismos de la nocicepción, y el desarrollo de nuevas familias de analgésicos. En este sentido, el estudio de la vía NGF-TRKA ha permitido comprender su implicación en la percepción del dolor inflamatorio post-natal y la creación de anticuerpos que lo bloquean. Estos anticuerpos han mostrado eficacia analgésica en estudios preliminares en dolor lumbar y en artrosis1. También hay otros trabajos que muestran que el gen SCN9A podría ser una diana terapéutica importante para nuevos tratamientos frente al dolor, ya que es el gen que produce la proteína Nav1.7, un canal de Sodio dependiente de voltaje muy presente en todas las clases de nociceptores1. Sin embargo, la industria farmacéutica lleva más de 15 años desarrollando fármacos frente a Nav1.7 y ha resultado imposible replicar el estado de insensibilidad al dolor que expresan los enfermos de ICD por SCN9A6.

La ICD es una enfermedad extremadamente rara, caracterizada por la ausencia de nocicepción. La vida de las personas con esta condición presenta un sinfín de dificultades y limitaciones. Incluso los casos más extremos pueden sufrir una muerte temprana. Aún es pronto para obtener resultados, pero los científicos tienen esperanza en que el conocimiento adquirido por el estudio de esta heterogénea enfermedad permita el desarrollo de nuevos analgésicos más potentes, eficaces y seguros.

Dolor.com y TRAK se unen para llevar la inteligencia artificial a la rehabilitación de los pacientes con dolor

  • La iniciativa de Grünenthal, Dolor.com, pone a disposición de los pacientes cinco protocolos de ejercicios de rehabilitación dirigidos a reducir el dolor y mantener la función articular con el uso de la inteligencia artificial.
  • Esta nueva plataforma de rehabilitación digital, segura y de calidad, denominada `Trak´, acerca al domicilio del paciente planes personalizados que facilitan, mediante la identificación de veinte puntos corporales, corregir en tiempo real posturas y movimientos incorrectos.
  • Con el objetivo de determinar su eficacia, la herramienta ha sido testada en diversos centros de España y se llevó a cabo una encuesta a 60 pacientes que presentaban dolencias en el hombro, de los cuales el 98,5% reconoció sentirse igual o mejor que en anteriores sesiones

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